La proactividad es definida como la “actitud en la que el sujeto u organización asume el pleno control de su conducta de modo activo, lo que implica la toma de iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las circunstancias del contexto”.
Steven Covey en su libro los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, define la proactividad en el trabajo como la responsabilidad, la respuesta-habilidad, de tomar decisiones por sí mismo. Por lo tanto, es una conducta que podemos impulsar; las técnicas que se pueden aplicar son claves y podemos indicarlas como las siguientes:
- Ser previsivos. Si conseguimos ampliar nuestra perspectiva y ver más allá del aquí y ahora lograremos anticiparnos a los problemas, consiguiendo superarlos incluso antes de que se produzcan y obteniendo una capacidad de análisis mayor que contribuirá a una mejor comprensión del entorno empresarial.
- Ser organizados. Mantener el orden en el día a día facilita la proactividad en el trabajo, pues en un escenario de caos será mucho más complicado tomar las riendas de la situación. Organizar las tareas pendientes y priorizar los objetivos ayudará a adoptar las decisiones más adecuadas en cada momento.
- Ser participativos. La proactividad, como su propio nombre indica, no es pasividad. Los profesionales proactivos se convierten en parte de la solución, se comprometen con sus decisiones. No se limitan a observar el devenir de los hechos, sino que intervienen y se implican junto al equipo.
- Ser resolutivos. La procrastinación no es propia de las personas proactivas, quienes consideran que el mejor momento para estudiar un problema y buscar una vía de escape es “ahora”. No hay que confundir este comportamiento con impulsividad, pues la decisión es producto de la meditación y análisis.
- Ser positivos. Para desarrollar la proactividad en el trabajo, los profesionales deben dejar de lado los obstáculos para centrarse en cómo superarlos a partir de las herramientas disponibles y entienden los errores del pasado como una experiencia que contribuye a su desarrollo personal.
- Ser comunicativos. ¿Cómo, si no, se va a conseguir involucrar al resto del equipo para poner en marcha las decisiones? El feedback es imprescindible tanto para trasladar las pautas al resto de personas como para enriquecer el propio conocimiento y perspectiva con las opiniones y puntos de vista de otros.
- Ser persistentes. Los empleados proactivos saben cuáles son sus metas y no paran de trabajar en ellas hasta que las consiguen. Su persistencia es la llave de su éxito.
- Ser audaces. Para cultivar la proactividad en el trabajo es necesario superar nuestra zona de confort y afrontar nuevos retos que consigan resultados brillantes. De poco nos servirá pensar como el resto si lo que se persigue es la excelencia.
- Ser flexibles. La capacidad de adaptación es otra de las características de las personas proactivas; son conscientes de que las circunstancias cambian continuamente y muestran una habilidad sobresaliente para adaptarse a cada contexto.
- Ser motivadores. Para seguir avanzando en su carrera, los profesionales proactivos celebran los éxitos y logros propios y los de los que los rodean, reforzando su actitud e impulsando la planificación de nuevos objetivos que cumplir.
Si estableces objetivos en tu vida y determinas plazos para cumplirlos, y tomas la iniciativa y no te dejas llevar por las circunstancias. Experimentarás la proactividad en acción.